Marina
Estarlich Martorell
Ramón Estarlich Candel
Cronistas
de Antella
RIEGO EN
TIERRAS DE SECANO
Este trabajo trata sobre aquellas
maquinas o aparatos que hoy día han desaparecido por quedar en desuso y que
tradicionalmente se utilizaban en el término de Antella para elevar el agua de
pozos o acequias para el riego de parcelas de tierras para el cultivo de
tierras de secano.
Nos referimos principalmente a las
norias y las taonas. Aquellos artilugios primitivos fueron sustituidos por otro
tipo de equipos que suben el agua a niveles más altos y aportan un mayor caudal
de litros de agua por minuto, que son los motores de riego, por lo que también
haremos una referencia a los primeros motores que se instalaron en distintas
partidas del término de Antella y fueron las que propiciaron la paulatina desaparición
de las senias y tahonas.
NORIAS O SENIAS
Las norias o senias fueron los
sistemas de riego precursores del profundo cambio producido en el campo
valenciano al poder transformar tierras de secano en tierras de regadío en las que
se podían hacer los mismos cultivos que en las tierras de huerta. En el término
de Antella estas máquinas desaparecieron en la primera mitad del siglo XX.
Si bien su origen es persa donde las
ruedas las movía la corriente del agua y los romanos las utilizaron en España
durante su época de dominación, los verdaderos difusores e implantadores de las
norias fueron los árabes que la introdujeron en España en el siglo VIII.
La noria era una máquina que se
usaba para sacar agua un pozo o una acequia, construida en su forma original
toda de madera, tanto los engranajes como los cajones, pero las últimas que se
han conocido estaban formadas por dos ruedas de hierro dentadas que servían
para engranaje entre ellas, una en posición horizontal y la otra vertical a
manera de linterna movida por una palanca en principio por humanos y luego por caballerías
que el girar engranaba con la primera y llevaba colgada una maroma doble, o
cadenas sinfín cuya parte inferior estaba sumergida dentro del agua bien del
pozo o de la acequia.
Las maromas o cadenas sujetaban
varios cangilones o arcaduces, palabra este última que procede del araba al qadus, utilizándose el modismo caduf en la zona norte de la Comunidad
Valenciana, siendo los cangilones todos iguales y de la misma capacidad, que
estaban sujetados simétricamente uno tras otro guardando la misma distancia
entre ellos.
La cavidad del pozo donde se
colocaba la senia se llamaba senial o pou.
El terreno que rodeaba la senia solía estar un poco más elevado formando un
montículo protegido por márgenes o calzadas de piedra que se denominaba andámit y encima de este pequeño montículo había un caminet por el que daba vueltas la caballería
para arrastrar la palanca y mover la noria.
La pared de la senia estaba formada
generalmente por dos robustas columnas posteriores llamadas matchos sin ninguna baranda de
protección del pozo por la parte de delante ni por los lados. Encima de estas
columnas se apoyaban los extremos de una jácena horizontal llamada polaina que en su parte media tenía un
agujero por donde pasaba el árbol de la rueda horizontal de la senia y servía
para asegurar la posición vertical del mismo árbol. El extremo superior de
dicho árbol tenía un agujero por el que se metía un tronco redondo de madera
del que tiraba el animal dando vueltas a la senia.
Cuando la caballería empezaba a
andar arrastrando el árbol central de la senia se ponía en movimiento la rueda
horizontal que a su vez hacia girar la rueda vertical que arrastraba los
cangilones hasta sumergirlos en el fondo del pozo y los sacaba llenos de agua
que vaciaba en la rogadora de tierra o canaleta de obra por donde se conducía
el agua al campo que se iba a regar.
Los pozos en los que se instalaban las senias se abastecían con el agua
que se tomaba de la acequia o brazal de riego más cercano mediante una mina o
túnel cuyo conducto las comunicaba.
El pozo tenia forma circular o cuadrada
con una anchura suficiente para cobijar en su interior la maquinaria y los
cangilones y para su construcción había que excavar en la tierra hasta alcanzar
una profundidad que estuviese al mismo nivel de la acequia de la que se iba a
tomar el agua. A medida que se ganaba profundidad había que bajar al fondo
sujetándose a una cuerda que se ataba en la superficie a un árbol o un punto
firme y las puntas de los pies del pocero se apoyaban en unas pequeñas catas o
agujeros que se excavaban en la pared. Las herramientas utilizadas para este
trabajo eran picos y pallas ayudándose en ocasiones con pólvora, haciendo
barrenos que se explotaban para romper y resquebrajar las cotas duras y rocosas
y esta tierra y piedras se ponían en capazos de esparto que se sacaban al
exterior utilizando poleas.
El funcionamiento de las norias era
semejante en todas ellas y la única variante que las distinguía era la forma de
los arcaduces y el material de que estaban hechos. Con respecto a las ruedas
que movían los cangilones, todas las de este estudio estaban hechas con hierro
y su exterior era dentado para el buen engranaje de ambas ruedas que ponían en
funcionamiento la maroma o cadenas que arrastraban los cangilones, solo una de
las ellas tenía toda la maquinaria de madera y del aro exterior de cada una de
las ruedas sobresalían unos pivotes que se entrelazaban haciendo el mismo papel
que los dientes de hierro en las ruedas metálicas, si bien este sistema era más
ruidoso que el de las de hierro.
Los cadufos tenían
formas diferentes según la clase de material con el que estaban fabricados pues
algunos eran simples recipientes de barro o arcilla que estaban atados entre sí
en forma de reata, si bien estos en Antella eran minoritarios. Los cangilones
de madera se hacían con tablones planos de madera ensamblaos en forma de cajón
y abiertos por la parte superior, así mismo los metálicos que eran de plancha
tenían forma semicilíndrica y estaban abiertos por la parte superior y cerrados
en los dos laterales para que pudiesen llenarse de agua y sin verterla durante
la subida, salvo la poca que caía por los dos pequeños agujeres de desagüe
situados en la parte inferior del cangilón al cangilón siguiente y una vez
llegaban a la superficie, desde la parte alta de la rueda descargarla en la canaleta
de riego.
Tenemos constancia de
que una de las senias, en vez de los clásicos cadufos o cangilones era del tipo
de tapones de goma, que enlazados uno con otros por medio de una cadena
circulaban por el interior de un tubo cilíndrico empujando el agua y subiéndola
hasta la superficie donde la descargaba en la canaleta de riego. Para que los
tapones pudiesen introducir agua en el cilindro y subirla por su interior, el
tramo del cilindro que había en el fondo del pozo estaba cubierto por el agua y
abierto por la parte inferior y de esta forma los tapones en su movimiento de
arrastre ascendente metían el agua dentro del cilindro.
También había norias
movidas por fuerza hidráulica, que se localizaban en puntos estratégicos, dentro
de ríos o acequias, que en vez de moverlas caballerías, era la misma corriente
del agua la que hacia girar de forma ininterrumpida la gran rueda vertical
sujeta por un eje que lo soportaban dos fuertes caballetes, si bien no hemos
podido localizar ninguna de este modelo en Antella, un ejemplo de ellas lo
podemos contemplar en la senia de L’Alcudia, hoy monumento local, que se montó
en una plaza del casco urbano cuando fue retirada por desuso de dentro del
cauce de la acequia Real del Júcar, de la que tomaba sus aguas con las que se regaba
un parte muy importante de tierras de secano de su término.
Debido a las
transformaciones realizadas en el medio rural resulta difícil localizar el
punto donde estuvieron instaladas las senias, ya que el terreno que estas
ocupaban o bien quedan ligeros restos del punto donde se encontraba el pozo lo
que lo hace difícil de localizar o bien se han transformado en tierra de
cultivo formando parte de la misma parcela que antes regaban. No obstante se
han podido localizar veintiocho y para situarlas de forma ordenada hay que hacerlo
a través de tres itinerarios partiendo todos ellos del casco urbano.
El primer itinerario
lo haremos desde la entrada al pueblo por la carretera comarcal con dirección a
Gavarda. A la derecha de la carretera en primer lugar estaba la de Donis Noguera de la que aún se conserva
el pozo. Frente al almacén de galletas Rio había otra que era del Tío Torres para su uso particular.
Continuando por la carretera y a la izquierda de la misma justo donde está
proyectado la construcción de un polígono industrial se encontraba la que tenía
el tío Pepe Sanchis y un poco más
adelante estaba la llamada dels Frigols
y la de Pepe Guitarra que estaban muy
cerca la una de la otra, casi pegadas. Le seguía también en la misma parte de
la carretera la de Julia Esparza Cantos
que tomaba el agua de la acequia particular de Antella a la altura e la partida
del Racó y a unos cien metros de
distancia se encontraba la de Blas Torres
más conocido como tio Blay.
Continuando por la carretera después del Barranquet, nada más pasar la caseta
de Estarlich donde la carretera hace una curva a la izquierda, abandonamos la
carretera y tomamos a la derecha el
antiguo camino o carretera de Gavarda, y a la izquierda del mismo, aun se
pueden ver las murallas de la senia que había junto a la casa del Molló, que era la más alta de todas, pues elevaba el agua
hasta una altura de 8 metros. Siguiendo por esta camino, un poco más adelante
se encontraba la de Faustino y algo más
alejada, pero a la derecha del camino había otra que igual que las del Molló y de Faustino tomaban el agua de
la Acequia Real de Júcar, que era dels
Pichons si bien esta última estaba casi a la altura de la acequia y lindaba
con el término de Gavarda, junto al
teular, que lo mismo que los que había en Antella, el agua que necesitaban
para la fabricación de tejas y ladrillos la sacaban del pozo que se alimentaba
a través de una mina desde la acequia y con una polea en forma de un cilindro
que tenía un eje central que se sujetaba a dos caballetes y al darle vueltas
con una manivela arrastraba dos pozales situados de tal manera que al tiempo
que se descargaba el agua del pozal que estaba en la superficie, el otro estaba
llenándose de agua en el fondo del pozo.
El segundo recorrido
lo haremos partiendo desde el molino que había al final de la hoy llama calle del
Molí por el camino en dirección a la desparecida basa pudenta en la que desaguaba la antigua red de alcantarilladlo,
pues bien pegada a las casas del pueblo estaba la de Agustin Mena, que era de cangilones de plancha. Un poco más
adelante y pasada la basa pudenta se encontraba la que fue de Serrano
y luego de Pepe Cherrin, a esta
le seguía si bien estaba separada al situarla junto a la propiedad del dueño la
de Tonico Manga, cuya particularidad
era que funcionaba con el sistema de tapones de goma. Separada de esta y
próxima a la carretera junto a un corral colindante con la caseta llamada del
motor de Arbona, estaba la de Antonio
Mateu, Cherrin y continuando por el camino que discurre paralelo a la
carretera, por la derecha del motor reseñado y justo donde termina la acequia
particular de Antella estaba la de Els
Pablanqueros.
La otra ruta seria
con dirección a Sumacarcer, después de pasado el camino o carretera del
Estrecho y cerca del edificio que albergaba un pequeño molino harinero, por lo que
se le conocía con el nombre de “Molinet” había una noria cuya titularidad era
compartida por els Pobils y Ricado
Wenceslao. Un poco más adelante haba otras dos que estaban muy juntas, ya
que solo las separaba un camino de senda, la primera era la de Herminio Sala que regaba 20 hanegadas y
la segunda de Chimo Inglés en la
partida del Oro, que regaba unas 8 hanegadas. A continuación estaba la de los Olegarios, seguida de la dels Toeros, llamada así porque sus
dueños eran del pueblo de Tous La siguiente era la del tio Hinojosa que regaba más de 50 hanegadas y la de Cisneros que regaba más de 40 hanegadas.
Aún había dos senias más que eran propiedad de agricultores de Sumacarcer, la
primera era llamada de Pere y la
última pertenecía als Moixuns que
regaba unas 30 hanegadas. Además por la carretera que conduce al pantano de
Tous nada más pasar la casa de Cristóbal, antes de llegar al barranco de “Les
Coves” se encontraba la que pertenecía a Curro
Hinojosa en la partida “la Isleta” que fue la última en dejar de funcionar.
Nada más pasar dicho barranco, tenía una senia Dionisio de Sumacarcer y en la partida del Pino Vero estaba la de
los Remigios de Tous que regaba unas
10 hanegadas, continuando por la carretera al pasar el barranco de Balà había otra
a la derecha de la acequia particular de Antella que regaba unas 3 o 4
hanegadas.
La construcción de
una senia representaba un gasto importante, pues además de la maquinaria en si,
había que hacer un pozo para montarla y un conducto minado para llevar el agua desde
la acequia hasta el pozo de la noria. Conocemos el caso de unos labradores que
se llamaban de Gustina que en vez de
hacer una noria por su cuenta entregaron a Julia Esparza Cantos la mitad de un
campo de tierra de secano que tenia 32 hanegadas, o sea 16 hanegadas a cambio del derecho de riego con
aguas de la noria, y que el tio Blay
(Blas Torres) compró también, no sabemos con que trueque, a Julia Esparza
Cantos el derecho de utilizar su mina continuándola hasta la senia que él hizo
en su propiedad.
Había cierta envidias
entre las personas que se dedicaban a hacer los pozos y las minas, hasta el
extremo de que en una ocasión, según información fidedigna transmitida por
nuestros mayores, Julia Esparza Cantos encargó los trabajos del pozo y de la
mina a una persona que le llamaban el tío
Manota y ese personaje en una de las jornadas de trabajo después de prender
fuego a las mechas de una de las explosiones controladas de barrenos, no
consiguió salir a la superficie pues alguien, bien por envidia o por alguna venganza
personal, había soltado la cuerda a la que se cogía el pocero para ayudarse en
su ascenso. Por fortuna para él no explotaron todos los barrenos y gracias a
ello salvó la vida, pero enterado de quien había sido el autor de la fechoría,
le mató, huyendo después a la provincia de Albacete para evitar ir a la cárcel,
pues en aquellos tiempos del siglo XIX no se buscaba a los matones en
provincias distintas a las que se había cometido la fechoría.
Noria
Senia
TAONAS
Otro de los artilugios que utilizaban los agricultores
para el riego era conocido con el nombre de taona, que consistía en un cajón de
madera de forma alargada y descubierto por la parte superior y por uno de los
dos extremos. Este aparato se montaba sobre un caballete que tenía un eje que
le permitía bascular en movimiento oscilante y su funcionamiento consistía en
introducir la taona en el agua de la acequia por el extremo cerrado que era el más
ancho y una vez que había cargado agua se levantaba y volteaba sobre el otro
extremo que estaba abierto descargando en el campo el agua para riego. Este trabajo
requería un gran esfuerzo físico y se necesitaban un mínimo de dos personas ya
que la descarga del agua tenía que verterse de forma continuada sin
interrupción para que la fila del riego no se parara en ningún momento hasta
que la parcela estuviese regada.
Tenemos noticias de la existencia de seis taonas,
dos de ellas simples o sea de un solo elemento que las utilizaba Salvador
Perales para regar una hilera de de naranjos que cultivaba junto a la acequia y
y en lindes al actual Auditorio Municipal y la otra la empleaban Eliseo Mata y
Chiral para regar un campo que estaba más arriba de la partida Pino Vero. Otro
agricultor llamado Herminio Noguera necesitaba dos taonas para regar un campo
que estaba justo antes de entrar en la partido del Oro, ya que la parcela de
tierra tenía dos alturas con un desnivel entre ambas de cerca de 2,5 metros y
con la misma taona grande que regaba la parcela inferior, luego llenaba una
balsa y con una taona más pequeña eleva el agua desde la balsa al campo de
arriba. Estas dos taonas pasaron luego a ser propiedad del padre de Enriqueta
(¿), y la otra taona la gastaba Julia Esparza Cantos que con agua elevada de la
noria con que regaba un campo llamado de las tres puntas, que lindaba con un
campo de viña y una era donde había plantada una higuera, con una taona llenaba
una balsa y con una segunda taona la elevaba hasta el huerto.
MOTORES PARA RIEGO
Con el transcurso del tiempo tanto las senias como
las taonas fueron sustituidas por motores que llevaban anexionada una bomba centrifuga
y por este medio elevaban el agua suministrando mas caudal y podían subirla a
mas altura. De esta transición vamos a referirnos a los tres primeros equipos
que se pusieron en marcha en Antella que funcionaban con distintos
combustibles, al primer motor de gasolina que se instaló así como un caso muy
curioso de riego mediante una turbina.
El primer motor de riego que se instaló en el
termino fue en el año 1914 en la finca llamada de Cristobal, cerca de
Sumacarcer. Este motor se fabricó en Alemania y se desplazaron técnicos de la factoría
para instalarlo en la finca agrícola, hasta donde le tuvieron que trasladar
desmontado con gran esfuerzo y dificultades ya que en aquella fecha aún no se
había construido el camino de L’Estret, hoy transformado en la carretera que
conduce hasta el pantano de Tous, y el único camino para llevarlo al lugar donde
se iba a montar era por una senda de caballerías y a lomos de varias bestias se
transportó todo el equipo. El sistema de funcionamiento de este motor consistía
en una caldera con agua que se calentaba con leña hasta hacerla hervir, y el
vapor que producía la ebullición del agua ponía en marcha el motor que
accionaba la bomba de elevación del agua. Otros agricultores pidieron derecho
de agua de este motor y entre el canon que pagaban figuraba el tener que llevar
leña para calentar la caldera.
El segundo motor que se instaló fue el conocido con
el nombre de motor de Don Andrés que suministraba muy poco caudal de agua, pero
la auténtica revolución en motores de riego fue el llamado de Sala que tenía
mucha potencia y sacaba una gran fila de agua y se le puede considerar el padre
de los regadíos de tierras de secano de Antella. El motor que empleaba como combustible
carbón y cascaras de almendra era del tipo de los llamados de gas pobre, porque
casi no alcanzaba revoluciones lo que provocaba que sus explosiones fueran sonoras y espaciadas de una a la otra,
su sonido era algo así como un cham…
cham… cham.. similar al que hacen los motores de las barcas de pescadores.
Transcurridos unos años llegaron los motores de
gasolina, como el que se instaló el 12 de septiembre del año 1931 en una finca
propiedad de José Sanchis Verdeguer en la partida del Oro. Este motor marca
Wols Struch que accionaba una bomba Clim era propiedad de 19 labradores que reunían
un total de 86 hanegadas. Este equipo en teoría suministraba un caudal de 2.000
litros de agua por minuto, si bien en su recorrido a lo largo de las tuberías y
canaletas de conducción se perdía mucha agua, por lo que al campo solo llegaba
una fila de agua muy pobre y se tardaba muchas horas en regar parcelas pequeñas
de poca extensión.
Como había más labradores que también querían regar
sus campos, un grupo de 5 personas compró el edificio del Molinet con la
finalidad de aprovechar la turbina instalada en su interior que se había
utilizado anteriormente para mover las ruedas de un pequeño molino y había sido
utilizada también para producir electricidad, con la finalidad de acoplarle una
bomba de agua ya que a la turbina la ponía en movimiento un salto de agua de 2
metros de altura que caía desde un canal que desviaba agua de la acequia
particular de Antella. El edificio y la turbina se compraron por la cantidad de
350.000 pesetas pero con este sistema se conseguía dar un caudal de agua para
riego de 2.900 litros por minuto sin ningún coste de mantenimiento, sin más
gasto para su funcionamiento que lo que costaba una pastilla de brea que se
gastaba cada año para aplicarla sobre la correa de transmisión y evitar que
esta patinara. Posteriormente entraron en la sociedad todos los agricultores
hasta donde llegaba el agua, que sumaron un total de 170 henegadas. La rotura
de la turbina y la falta de piezas para poder repararla, según dijo Garcés, que
era el mecánico encargado de su mantenimiento y conservación, fue la causa de
que la instalación quedase inutilizada y abandonada a finales del año 1972.
Todos aquellos sistemas de riego y aquellas
arcaicas máquinas se han extinguido y han desaparecido, siendo sustituidas por
grupos de bombas movidas con motores de gasoil y eléctricos, y actualmente por
el novedoso método de riego por goteo que se está imponiendo por la economía de
consumo de agua para riego que representa y las ventajas que supone para hacer
a través de las conducciones del mismo el abonado de las tierras y otros
menesteres agrícolas.
BIBLIOGRAFIA
Alcover, A. M. Diccionari català-valencià-balear.(1980)
Diccionario enciclopédico Espasa (1990), vol.9
Libro del Cronista de Antella. Archivo personal.