viernes, 4 de diciembre de 2020

Las maderadas


                    


 

Marina Estarlich Martorell

                                                                                              Ramón Estarlich Candel                                                                                                      Cronistas de Antella

 

 

ANTELLA Y LAS MADERADAS

 

El Gobierno avala convertir la "maerà" de Antella en Patrimonio de la Humanidad

 El origen del transporte de troncos por el río por el sistema de flotación conocido como maderadas se remonta a la antigüedad y ha sido un sistema de transporte que se ha empleado en distintos continentes como África en Guinea Ecuatorial, en América tanto en Canadá como en otras naciones y en Europa incluso en naciones como Austria y Alemania. En algunos continentes los ríos tienen un recorrido de muchos kilómetros siendo caudalosos y de cauce muy ancho lo que permitía que las maderadas fueran grandes y para guiarlas se precisaban 100 gancheros, pero las maderadas más grandes que transportaban 100.000 pinos llegaban a ocupar 30 km del cauce fluvial y las conducían más de 500 gancheros.


                                                Cuadrilla de gancheros

Estas maderadas las dirigía un ganchero llamado maestro que cobraba un jornal de 20 reales por día, le seguía en orden jerárquico el mayoral cuyo sueldo era de 10 reales por jornada, el cabo cobraba 3 reales y medio, el ganchero 3 reales/día y el cocinero un real y medio.

la profesión de gancheros entrañaba ciertos riesgos debido a que las aguas de los ríos no son siempre tranquilas y en ocasiones presentas fuertes corrientes y desniveles y los portadores van subidos a los troncos protegidos solamente por un palo que lleva un garfio en uno de sus extremos y a este peligro había que añadir el de los producidas por las riadas y como ejemplo destacamos que según recoge el historiador Bosch Julià en su libro «Memoria sobre la inundación del Júcar en 1864», los acontecimientos de tal año sorprendieron a unos 300 «raiers» cerca de Cortés de Pallás, lo cuales transportaban una tramada de más de 60.000 troncos. «En pocas horas, la corriente arrastró la madera a una distancia que en condiciones normales hubiese tardado dos o tres meses en recorrer. Más de 14.000 troncos de pino aparecieron en el término de Alberic, mientras otros se dispersaron por otros lugares y un número indeterminado acabó en el mar»,

  Jaime I en el s. XIII dictó un Privilegio en Alzira para la bajada libre de troncos por los principales ríos y el 30 de enero de 1267 concedió amplia facultad para que cualquiera pudiera portar madera en los lugares del Reino de Valencia y conducirla a dicha ciudad por los ríos Xúcar y Guadalaviar llamado rio Blanco o Turia.

Muchos ponían objeciones al paso de madera y Pedro III de Aragón el 25 de noviembre de 1279 envió un mandato al alcalde de Chellva que desista a su oposición que en dicho lugar se hacía a la conducción de madera a Valencia desde Ademuz y Castelfibib. Otra disposición de 8 de noviembre de 1280 es una Orden  del monarca  para que los vecinos de Chelva  no impidan a los de Camarena y Arcos el transporte de madera por el rio a Valencia y en el año 1321, Jaume II recordó, ante un intento de la villa de Cofrentes de cobrar una cantidad a los madereros por una partida de Castilla, «que el único cobro permitido correspondía al castillo de Xàtiva y se hacía efectivo al paso de los troncos por el vado de Barragá» (en término municipal de Alberic).  

El rio Júcar ha sido en muchas ocasiones y en el transcurso de los siglos ha sido un factor influyente en los sucesos devenidos sobre la historia del pueblo de Antella y entre ellos figuran las llamadas maderadas que era el transporte de troncos de pinos que portaban los gancheros desde los montes de Cuenca por este cauce fluvial. 

 

          Parando la maderada para el descanso nocturno

A mediados del siglo XV, el recuento de troncos se llevaba a cabo en Antella, aprovechando su paso por el Assut de la Sèquia Reial del Xúquer. Así se desprende de un pleito entre el alcalde de Xàtiva y unos mercaderes que, en 1448, se negaban a pagar la partida correspondiente del «cinquanté» desde Antella a Alzira. En el documento histórico se recordaba que era costumbre que el transporte hasta Alzira corriera a cargo de los comerciantes y no del rey y que la madera no podía ser extraída en Antella porque el trayecto hasta Xàtiva no era apto para la circulación entre dichas localidades por la falta de comunicaciones

Todos los madereros para pasar los troncos por el azud de Antella tenían que solicitar permiso al acequiero de la acequia llamada en un principio Acequia de Alcira y luego Acequia Real del Júcar y pagar unos derechos de peaje para lo que se colocaba el levante que era una maroma gruesa de fibra vegetal hecha de cáñamo o esparto que se colocaba cruzando el rio de una a otra orilla y servía como parada para contener los troncos. El celador de la Acequia era el único que autorizaba la visura incluso en una ocasión un comerciante de madera decía que llevaba el permiso del gobernador, pero el acequiero no autorizaba la visura y no consentía el paso de los troncos a menos que se lo ordenasen sus superiores.

El periódico Las Provincias del 4 de octubre de 1902 publica que durante una visita que hizo el gobernador al azud de Antella presenció la llegada de una maderada que iba conducida por 150 gancheros.

                                         Maderada del año 2.014

Desde el año 2012 Antella ha recuperado la tradición de las maderadas y todos los años se celebra una maderada para recordar el oficio de los gancheros y el transporte fluvial de troncos, una tradición que durante más de ocho siglos se ha llevado a cabo en el Júcar y su afluente el Cabriel, entre otros ríos valencianos. Durante esta fiesta cultural y etnográfica, los gancheros locales son los organizados del evento (conocidos como ganxers o maeros) pertenecientes a l'Associació Cultural de Maeros del Xúquer, y que forma parte de la International Association of Timber-Raftsmen (IATR), son los encargados de guiar hasta el paraje del Assut d'Antella, toneladas de troncos mediante el sistema tradicional de flotación de piezas sueltas por un recorrido fluvial de unos dos kilómetros. 

 


                     Gancheros en  el Azud de Antella

El gobernador de España a través del Ministerio de Cultura ha expresó su apoyo a Maeros del Xúquer para que la fiesta de la Maerà d'Antella entre a formar parte de la Lista Representativa de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la UNESCO1​ junto a otras festividades que tienen lugar en Cataluña, Navarra, Aragón y Castilla la Mancha. En el escrito dirigido a la asociación antellana se le informó que desde la Dirección General se han iniciado las gestiones pertinentes con Polonia para trabajar en el expediente de la candidatura transnacional del 'Timber Rafting in Europe' "cuya misión principal es la salvaguarda del oficio de nabatero, balsero, ganchero, maero o raier, que se realiza en diferentes cuencas fluviales de distintos países europeos". El Ayuntamiento de Antella aprobó por unanimidad una moción para la Protección y Reconocimiento de la Maerà tanto por la Generalitat Valenciana como por la UNESCO.

 

BIBLIOGRAFIA

Branchat, Vicente. Tratado   de los derechos y regalías que corresponden al Real Patrimonio en el Reino de Valencia. Valencia. Presidencia Generalitat Valenciana 1990.

Cabañiles, Antonio José. Observaciones sobre la historia natural, geografía, población y frutos del Reyno de Valencia. Madrid. Imprenta Real. 1792

Enciclopedia Universal Ilustrada Espasa Calpe. Madrid. 1967. Tomo XXXI

Piqueras Haba, Juan y Sanchis Deus, Carme. El transporte fluvial de maderos por España. Cuadernos de geografía 69/70 Valencia 2001.

            Estarlich, Marina y Ramón. Dialogo de aguas claras. Imprenta Nacher. Valencia. 2011

Lindo Martínez, José Luis. Maderadas y gancheros. Toledo. Instituto de promoción turística de Castilla- La mancha.2008.

Periódico Las Provincias.

Sanchis Deusa. El transport en el Pais Valencià. Edicions Alfons el Magnanim. Institucio valenciana d’Estudis: Investigaciò.

 

 

viernes, 8 de mayo de 2020

Riego en tierras de secano




Marina Estarlich Martorell
        Ramón Estarlich Candel
Cronistas de Antella




RIEGO EN TIERRAS DE SECANO



            Este trabajo trata sobre aquellas maquinas o aparatos que hoy día han desaparecido por quedar en desuso y que tradicionalmente se utilizaban en el término de Antella para elevar el agua de pozos o acequias para el riego de parcelas de tierras para el cultivo de tierras de secano.

          Nos referimos principalmente a las norias y las taonas. Aquellos artilugios primitivos fueron sustituidos por otro tipo de equipos que suben el agua a niveles más altos y aportan un mayor caudal de litros de agua por minuto, que son los motores de riego, por lo que también haremos una referencia a los primeros motores que se instalaron en distintas partidas del término de Antella y fueron las que propiciaron la paulatina desaparición de las senias y tahonas.


            NORIAS O SENIAS


            Las norias o senias fueron los sistemas de riego precursores del profundo cambio producido en el campo valenciano al poder transformar tierras de secano en tierras de regadío en las que se podían hacer los mismos cultivos que en las tierras de huerta. En el término de Antella estas máquinas desaparecieron en la primera mitad del siglo XX.

            Si bien su origen es persa donde las ruedas las movía la corriente del agua y los romanos las utilizaron en España durante su época de dominación, los verdaderos difusores e implantadores de las norias fueron los árabes que la introdujeron en España en el siglo VIII.

            La noria era una máquina que se usaba para sacar agua un pozo o una acequia, construida en su forma original toda de madera, tanto los engranajes como los cajones, pero las últimas que se han conocido estaban formadas por dos ruedas de hierro dentadas que servían para engranaje entre ellas, una en posición horizontal y la otra vertical a manera de linterna movida por una palanca en principio por humanos y luego por caballerías que el girar engranaba con la primera y llevaba colgada una maroma doble, o cadenas sinfín cuya parte inferior estaba sumergida dentro del agua bien del pozo o de la acequia.

            Las maromas o cadenas sujetaban varios cangilones o arcaduces, palabra este última que procede del araba al qadus, utilizándose el modismo caduf en la zona norte de la Comunidad Valenciana, siendo los cangilones todos iguales y de la misma capacidad, que estaban sujetados simétricamente uno tras otro guardando la misma distancia entre ellos.

            La cavidad del pozo donde se colocaba la senia se llamaba senial o pou. El terreno que rodeaba la senia solía estar un poco más elevado formando un montículo protegido por márgenes o calzadas de piedra que se denominaba andámit y encima de  este pequeño montículo había un caminet por el que daba vueltas la caballería para arrastrar la palanca y mover la noria.

            La pared de la senia estaba formada generalmente por dos robustas columnas posteriores llamadas matchos sin ninguna baranda de protección del pozo por la parte de delante ni por los lados. Encima de estas columnas se apoyaban los extremos de una jácena horizontal llamada polaina que en su parte media tenía un agujero por donde pasaba el árbol de la rueda horizontal de la senia y servía para asegurar la posición vertical del mismo árbol. El extremo superior de dicho árbol tenía un agujero por el que se metía un tronco redondo de madera del que tiraba el animal dando vueltas a la senia.

            Cuando la caballería empezaba a andar arrastrando el árbol central de la senia se ponía en movimiento la rueda horizontal que a su vez hacia girar la rueda vertical que arrastraba los cangilones hasta sumergirlos en el fondo del pozo y los sacaba llenos de agua que vaciaba en la rogadora de tierra o canaleta de obra por donde se conducía el agua al campo que se iba a regar.

Los pozos en los que se instalaban las senias se abastecían con el agua que se tomaba de la acequia o brazal de riego más cercano mediante una mina o túnel cuyo conducto las comunicaba.

            El pozo tenia forma circular o cuadrada con una anchura suficiente para cobijar en su interior la maquinaria y los cangilones y para su construcción había que excavar en la tierra hasta alcanzar una profundidad que estuviese al mismo nivel de la acequia de la que se iba a tomar el agua. A medida que se ganaba profundidad había que bajar al fondo sujetándose a una cuerda que se ataba en la superficie a un árbol o un punto firme y las puntas de los pies del pocero se apoyaban en unas pequeñas catas o agujeros que se excavaban en la pared. Las herramientas utilizadas para este trabajo eran picos y pallas ayudándose en ocasiones con pólvora, haciendo barrenos que se explotaban para romper y resquebrajar las cotas duras y rocosas y esta tierra y piedras se ponían en capazos de esparto que se sacaban al exterior utilizando poleas.

            El funcionamiento de las norias era semejante en todas ellas y la única variante que las distinguía era la forma de los arcaduces y el material de que estaban hechos. Con respecto a las ruedas que movían los cangilones, todas las de este estudio estaban hechas con hierro y su exterior era dentado para el buen engranaje de ambas ruedas que ponían en funcionamiento la maroma o cadenas que arrastraban los cangilones, solo una de las ellas tenía toda la maquinaria de madera y del aro exterior de cada una de las ruedas sobresalían unos pivotes que se entrelazaban haciendo el mismo papel que los dientes de hierro en las ruedas metálicas, si bien este sistema era más ruidoso que el de las de hierro.

            Los cadufos tenían formas diferentes según la clase de material con el que estaban fabricados pues algunos eran simples recipientes de barro o arcilla que estaban atados entre sí en forma de reata, si bien estos en Antella eran minoritarios. Los cangilones de madera se hacían con tablones planos de madera ensamblaos en forma de cajón y abiertos por la parte superior, así mismo los metálicos que eran de plancha tenían forma semicilíndrica y estaban abiertos por la parte superior y cerrados en los dos laterales para que pudiesen llenarse de agua y sin verterla durante la subida, salvo la poca que caía por los dos pequeños agujeres de desagüe situados en la parte inferior del cangilón al cangilón siguiente y una vez llegaban a la superficie, desde la parte alta de la rueda descargarla en la canaleta de riego.

            Tenemos constancia de que una de las senias, en vez de los clásicos cadufos o cangilones era del tipo de tapones de goma, que enlazados uno con otros por medio de una cadena circulaban por el interior de un tubo cilíndrico empujando el agua y subiéndola hasta la superficie donde la descargaba en la canaleta de riego. Para que los tapones pudiesen introducir agua en el cilindro y subirla por su interior, el tramo del cilindro que había en el fondo del pozo estaba cubierto por el agua y abierto por la parte inferior y de esta forma los tapones en su movimiento de arrastre ascendente metían el agua dentro del cilindro.

            También había norias movidas por fuerza hidráulica, que se localizaban en puntos estratégicos, dentro de ríos o acequias, que en vez de moverlas caballerías, era la misma corriente del agua la que hacia girar de forma ininterrumpida la gran rueda vertical sujeta por un eje que lo soportaban dos fuertes caballetes, si bien no hemos podido localizar ninguna de este modelo en Antella, un ejemplo de ellas lo podemos contemplar en la senia de L’Alcudia, hoy monumento local, que se montó en una plaza del casco urbano cuando fue retirada por desuso de dentro del cauce de la acequia Real del Júcar, de la que tomaba sus aguas con las que se regaba un parte muy importante de tierras de secano de su término.

            Debido a las transformaciones realizadas en el medio rural resulta difícil localizar el punto donde estuvieron instaladas las senias, ya que el terreno que estas ocupaban o bien quedan ligeros restos del punto donde se encontraba el pozo lo que lo hace difícil de localizar o bien se han transformado en tierra de cultivo formando parte de la misma parcela que antes regaban. No obstante se han podido localizar veintiocho y para situarlas de forma ordenada hay que hacerlo a través de tres itinerarios partiendo todos ellos del casco urbano.

            El primer itinerario lo haremos desde la entrada al pueblo por la carretera comarcal con dirección a Gavarda. A la derecha de la carretera en primer lugar estaba la de Donis Noguera de la que aún se conserva el pozo. Frente al almacén de galletas Rio había otra que era del Tío Torres para su uso particular. Continuando por la carretera y a la izquierda de la misma justo donde está proyectado la construcción de un polígono industrial se encontraba la que tenía el tío Pepe Sanchis y un poco más adelante estaba la llamada dels Frigols y la de Pepe Guitarra que estaban muy cerca la una de la otra, casi pegadas. Le seguía también en la misma parte de la carretera la de Julia Esparza Cantos que tomaba el agua de la acequia particular de Antella a la altura e la partida del Racó y a unos cien metros de distancia se encontraba la de Blas Torres más conocido como tio Blay. Continuando por la carretera después del Barranquet, nada más pasar la caseta de Estarlich donde la carretera hace una curva a la izquierda, abandonamos la carretera y  tomamos a la derecha el antiguo camino o carretera de Gavarda, y a la izquierda del mismo, aun se pueden ver las murallas de la senia que había junto a la casa del Molló, que era la más alta de todas, pues elevaba el agua hasta una altura de 8 metros. Siguiendo por esta camino, un poco más adelante se encontraba la de Faustino y algo más alejada, pero a la derecha del camino había otra que igual que las del Molló y de Faustino tomaban el agua de la Acequia Real de Júcar, que era dels Pichons si bien esta última estaba casi a la altura de la acequia y lindaba con el término de Gavarda, junto al teular, que lo mismo que los que había en Antella, el agua que necesitaban para la fabricación de tejas y ladrillos la sacaban del pozo que se alimentaba a través de una mina desde la acequia y con una polea en forma de un cilindro que tenía un eje central que se sujetaba a dos caballetes y al darle vueltas con una manivela arrastraba dos pozales situados de tal manera que al tiempo que se descargaba el agua del pozal que estaba en la superficie, el otro estaba llenándose de agua en el fondo del pozo.

            El segundo recorrido lo haremos partiendo desde el molino que había al final de la hoy llama calle del Molí por el camino en dirección a la desparecida basa pudenta en la que desaguaba la antigua red de alcantarilladlo, pues bien pegada a las casas del pueblo estaba la de Agustin Mena, que era de cangilones de plancha. Un poco más adelante y pasada la basa pudenta se encontraba la que fue de Serrano y luego de Pepe Cherrin, a esta le seguía si bien estaba separada al situarla junto a la propiedad del dueño la de Tonico Manga, cuya particularidad era que funcionaba con el sistema de tapones de goma. Separada de esta y próxima a la carretera junto a un corral colindante con la caseta llamada del motor de Arbona, estaba la de Antonio Mateu, Cherrin y continuando por el camino que discurre paralelo a la carretera, por la derecha del motor reseñado y justo donde termina la acequia particular de Antella estaba la de Els Pablanqueros.

            La otra ruta seria con dirección a Sumacarcer, después de pasado el camino o carretera del Estrecho y cerca del edificio que albergaba un pequeño molino harinero, por lo que se le conocía con el nombre de “Molinet” había una noria cuya titularidad era compartida por els Pobils y Ricado Wenceslao. Un poco más adelante haba otras dos que estaban muy juntas, ya que solo las separaba un camino de senda, la primera era la de Herminio Sala que regaba 20 hanegadas y la segunda de Chimo Inglés en la partida del Oro, que regaba unas 8 hanegadas. A continuación estaba la de los Olegarios, seguida de la dels Toeros, llamada así porque sus dueños eran del pueblo de Tous La siguiente era la del tio Hinojosa que regaba más de 50 hanegadas y la de Cisneros que regaba más de 40 hanegadas. Aún había dos senias más que eran propiedad de agricultores de Sumacarcer, la primera era llamada de Pere y la última pertenecía als Moixuns que regaba unas 30 hanegadas. Además por la carretera que conduce al pantano de Tous nada más pasar la casa de Cristóbal, antes de llegar al barranco de “Les Coves” se encontraba la que pertenecía a Curro Hinojosa en la partida “la Isleta” que fue la última en dejar de funcionar. Nada más pasar dicho barranco, tenía una senia Dionisio de Sumacarcer y en la partida del Pino Vero estaba la de los Remigios de Tous que regaba unas 10 hanegadas, continuando por la carretera al pasar el barranco de Balà había otra a la derecha de la acequia particular de Antella que regaba unas 3 o 4 hanegadas.

         La construcción de una senia representaba un gasto importante, pues además de la maquinaria en si, había que hacer un pozo para montarla y un conducto minado para llevar el agua desde la acequia hasta el pozo de la noria. Conocemos el caso de unos labradores que se llamaban de Gustina que en vez de hacer una noria por su cuenta entregaron a Julia Esparza Cantos la mitad de un campo de tierra de secano que tenia 32 hanegadas, o sea 16  hanegadas a cambio del derecho de riego con aguas de la noria, y que el tio Blay (Blas Torres) compró también, no sabemos con que trueque, a Julia Esparza Cantos el derecho de utilizar su mina continuándola hasta la senia que él hizo en su propiedad.

            Había cierta envidias entre las personas que se dedicaban a hacer los pozos y las minas, hasta el extremo de que en una ocasión, según información fidedigna transmitida por nuestros mayores, Julia Esparza Cantos encargó los trabajos del pozo y de la mina a una persona que le llamaban el tío Manota y ese personaje en una de las jornadas de trabajo después de prender fuego a las mechas de una de las explosiones controladas de barrenos, no consiguió salir a la superficie pues alguien, bien por envidia o por alguna venganza personal, había soltado la cuerda a la que se cogía el pocero para ayudarse en su ascenso. Por fortuna para él no explotaron todos los barrenos y gracias a ello salvó la vida, pero enterado de quien había sido el autor de la fechoría, le mató, huyendo después a la provincia de Albacete para evitar ir a la cárcel, pues en aquellos tiempos del siglo XIX no se buscaba a los matones en provincias distintas a las que se había cometido la fechoría.


                                                 Noria



                                                 Senia



TAONAS


Otro de los artilugios que utilizaban los agricultores para el riego era conocido con el nombre de taona, que consistía en un cajón de madera de forma alargada y descubierto por la parte superior y por uno de los dos extremos. Este aparato se montaba sobre un caballete que tenía un eje que le permitía bascular en movimiento oscilante y su funcionamiento consistía en introducir la taona en el agua de la acequia por el extremo cerrado que era el más ancho y una vez que había cargado agua se levantaba y volteaba sobre el otro extremo que estaba abierto descargando en el campo el agua para riego. Este trabajo requería un gran esfuerzo físico y se necesitaban un mínimo de dos personas ya que la descarga del agua tenía que verterse de forma continuada sin interrupción para que la fila del riego no se parara en ningún momento hasta que la parcela estuviese regada.

Tenemos noticias de la existencia de seis taonas, dos de ellas simples o sea de un solo elemento que las utilizaba Salvador Perales para regar una hilera de de naranjos que cultivaba junto a la acequia y y en lindes al actual Auditorio Municipal y la otra la empleaban Eliseo Mata y Chiral para regar un campo que estaba más arriba de la partida Pino Vero. Otro agricultor llamado Herminio Noguera necesitaba dos taonas para regar un campo que estaba justo antes de entrar en la partido del Oro, ya que la parcela de tierra tenía dos alturas con un desnivel entre ambas de cerca de 2,5 metros y con la misma taona grande que regaba la parcela inferior, luego llenaba una balsa y con una taona más pequeña eleva el agua desde la balsa al campo de arriba. Estas dos taonas pasaron luego a ser propiedad del padre de Enriqueta (¿), y la otra taona la gastaba Julia Esparza Cantos que con agua elevada de la noria con que regaba un campo llamado de las tres puntas, que lindaba con un campo de viña y una era donde había plantada una higuera, con una taona llenaba una balsa y con una segunda taona la elevaba hasta el huerto.


MOTORES PARA RIEGO


Con el transcurso del tiempo tanto las senias como las taonas fueron sustituidas por motores que llevaban anexionada una bomba centrifuga y por este medio elevaban el agua suministrando mas caudal y podían subirla a mas altura. De esta transición vamos a referirnos a los tres primeros equipos que se pusieron en marcha en Antella que funcionaban con distintos combustibles, al primer motor de gasolina que se instaló así como un caso muy curioso de riego mediante una turbina.

El primer motor de riego que se instaló en el termino fue en el año 1914 en la finca llamada de Cristobal, cerca de Sumacarcer. Este motor se fabricó en Alemania y se desplazaron técnicos de la factoría para instalarlo en la finca agrícola, hasta donde le tuvieron que trasladar desmontado con gran esfuerzo y dificultades ya que en aquella fecha aún no se había construido el camino de L’Estret, hoy transformado en la carretera que conduce hasta el pantano de Tous, y el único camino para llevarlo al lugar donde se iba a montar era por una senda de caballerías y a lomos de varias bestias se transportó todo el equipo. El sistema de funcionamiento de este motor consistía en una caldera con agua que se calentaba con leña hasta hacerla hervir, y el vapor que producía la ebullición del agua ponía en marcha el motor que accionaba la bomba de elevación del agua. Otros agricultores pidieron derecho de agua de este motor y entre el canon que pagaban figuraba el tener que llevar leña para calentar la caldera.

El segundo motor que se instaló fue el conocido con el nombre de motor de Don Andrés que suministraba muy poco caudal de agua, pero la auténtica revolución en motores de riego fue el llamado de Sala que tenía mucha potencia y sacaba una gran fila de agua y se le puede considerar el padre de los regadíos de tierras de secano de Antella. El motor que empleaba como combustible carbón y cascaras de almendra era del tipo de los llamados de gas pobre, porque casi no alcanzaba revoluciones lo que provocaba que sus explosiones  fueran sonoras y espaciadas de una a la otra, su sonido era algo así como un cham… cham… cham.. similar al que hacen los motores de las barcas de pescadores.

Transcurridos unos años llegaron los motores de gasolina, como el que se instaló el 12 de septiembre del año 1931 en una finca propiedad de José Sanchis Verdeguer en la partida del Oro. Este motor marca Wols Struch que accionaba una bomba Clim era propiedad de 19 labradores que reunían un total de 86 hanegadas. Este equipo en teoría suministraba un caudal de 2.000 litros de agua por minuto, si bien en su recorrido a lo largo de las tuberías y canaletas de conducción se perdía mucha agua, por lo que al campo solo llegaba una fila de agua muy pobre y se tardaba muchas horas en regar parcelas pequeñas de poca extensión.

Como había más labradores que también querían regar sus campos, un grupo de 5 personas compró el edificio del Molinet con la finalidad de aprovechar la turbina instalada en su interior que se había utilizado anteriormente para mover las ruedas de un pequeño molino y había sido utilizada también para producir electricidad, con la finalidad de acoplarle una bomba de agua ya que a la turbina la ponía en movimiento un salto de agua de 2 metros de altura que caía desde un canal que desviaba agua de la acequia particular de Antella. El edificio y la turbina se compraron por la cantidad de 350.000 pesetas pero con este sistema se conseguía dar un caudal de agua para riego de 2.900 litros por minuto sin ningún coste de mantenimiento, sin más gasto para su funcionamiento que lo que costaba una pastilla de brea que se gastaba cada año para aplicarla sobre la correa de transmisión y evitar que esta patinara. Posteriormente entraron en la sociedad todos los agricultores hasta donde llegaba el agua, que sumaron un total de 170 henegadas. La rotura de la turbina y la falta de piezas para poder repararla, según dijo Garcés, que era el mecánico encargado de su mantenimiento y conservación, fue la causa de que la instalación quedase inutilizada y abandonada a finales del año 1972.

Todos aquellos sistemas de riego y aquellas arcaicas máquinas se han extinguido y han desaparecido, siendo sustituidas por grupos de bombas movidas con motores de gasoil y eléctricos, y actualmente por el novedoso método de riego por goteo que se está imponiendo por la economía de consumo de agua para riego que representa y las ventajas que supone para hacer a través de las conducciones del mismo el abonado de las tierras y otros menesteres agrícolas.



BIBLIOGRAFIA

Alcover, A. M. Diccionari català-valencià-balear.(1980)

Diccionario enciclopédico Espasa (1990), vol.9

Libro del Cronista de Antella. Archivo personal.