domingo, 25 de junio de 2023

Casa del Rey

 

                                                                                    


                       Marina Estarlich Martorell

                                 Ramón Estarlich Candel

Cronistas de Antella

 

CASA DEL REY

 Este edificio propiedad de la Acequia Real del Júcar que está situado en la plaza del Rey en Antella se construyó para celebrar las juntas y lugar de descanso de los diputados de la acequia que existen en cada población que riega de las aguas de este canal, al ser insuficiente el que ya existía conocido como Casa de la Comunidad, cuando se hizo la obra de prolongación de la acequia hasta la Albuera y en consecuencia aumentó el número de diputados, pues en la comunidad primitiva solo habían diputados de las poblaciones de Alcira; Algemesi; Albalat (una parte de su territorio); Benimuslem; Alberique; Alcocer; Gavarda; Antella; Alcudia; Resalany; Sollana, (solo una parte); Montortal; Masalavés; Guadasuar y al prolongarse la acequia en su segundo tramo tomaron agua otras poblaciones que fueron Albalat (por la parte no comprendida en la antigua); Sollana (por lo restante de su territorio); Almusafes ó Almusafa; Silla; Benifayó y todos los confines de la Albufera; Beniparrel; Alginet que nombraron sus diputados.

El duque de Hijar, cuyo objetivo era regar su señorío de Sollana hizo uso de un privilegio dictado por el rey Don Martín I el 10 de enero de 1404 para que se completase la obra del canal y concedió a las villas de Alginet, Sollana, Silla, Catarroja, Albal, Picasent y a otras el derecho a tomar agua del azud del canal real de Alzira para el riego de sus tierras, con la obligación de pagar la tercera parte de derechos y daños. La ampliación no se hizo hasta el último cuarto del siglo XVIII, siendo, entonces una de las obras más importantes de expansión del regadío realizadas en España

Ese edificio lo mandó construir a sus expensas el duque de Hijar para destinarlo a centro para la celebración de las Juntas Generales de la Comunidad y lugar de alojamiento y descanso para los Diputados nombrados por las distintas poblaciones que cogían aguas de la Acequia Real para regar sus campos, cuando acudían a Antella para asistir a las Juntas Generales. los Diputados y los Síndicos de la Acequia llegaban, montados a caballo o en burro, o en tartanas, para celebrar sus tradicionales reuniones por lo que la casa del Rey tiene dos puertas una para la entrada de los diputados y otra más ancha para el paso de caballerías y carruajes, que para facilitar su acceso al corral de la casa, en el año 1837 la comunidad de regantes de la acequia Real de Alzira construyó una de las plazas de la villa, derribando al efecto las casas que formaban una calle pagando su valor, por lo que dicha plaza tomó el nombre de la Comunidad, y porque en uno de sus lados se halla la casa del mismo título, la cual es un edifico cuadrado de 69 pies de extensión y de bastante altura. Encima de la puerta principal había un letrero que decía "Plaza y casa de la comunidad de regantes año de 1837”, destruido durante la guerra del año 1936, y más abajo se ve el escudo de las armas reales de España entallado en piedra.

                                                                      

2009 Casa del Rey

Por su interés reproduzco lo que dice Pascual Madoz en su Diccionario Geográfico Estadístico e Histórico editado en Madrid en el año 1845 y con referencia a este inmueble de Antella

En su interior hay un patio espacioso y cuadrilátero con una ancha escalera, que conduce a las habitaciones superiores, una de estas es la sala de juntas donde las celebran los diputados de todos los pueblos que componen la expresada comunidad; tiene 75 pies de longitud. y 24 de latitud y se halla regularmente adornada, viéndose en ella un mapa demostrativo del desarrollo de la mencionada acequia; actualmente está algo desatendida la conservación de dicha sala, porque las juntas que en la misma tenían lugar se realizan en la casa construida junto al origen de la expresada acequia; el resto del edificio contiene habitaciones para hospedar al juez, sindico y demás empleados en la administración del canal, y además los departamentos destinados á cocina despensas.

La casa está situada, casi en el centro urbano del pueblo. La plaza de forma cuadrada, está ambientada en un silencio de siglos sin ser plaza vieja. La Casa del Rey tiene en su interior un patio espacioso con techo de chapitel acristalado, y una galería circular con barandilla y finas columnas de hierro. A la galería dan unas puertas de mobila pulida y brillante: son las del salón de juntas y las del comedor. En el salón, que conserva su clásico decorado decimonono, hay una chimenea en el testero principal, y las mesas del comedor, amplias como de fonda vieja. Los dormitorios se abren a lo largo de un pasillo de paredes estucadas, y las estancias con los fraileros cerrados conservan un aire somnoliento que se enrosca en los barrotes de hierro de sus camas, con pomos dorados en las cabeceras, o resbala sobre la pulida superficie de unas jofainas de loza en sus armazones de madera curvada. En los patios exteriores de la Casa del Rey, las paredes impolutas se vistan de cal blanca sobre la rugosidad de sus muros. Allí están las viejas cuadras, los almacenes y las cocheras, y unas jardineras de obra llenas de geranios componen un fresquedal en el rincón del pozo.

Como complemento de la descripción anterior añado el siguiente apunte: La plaza de forma cuadrada, está ambientada en un silencio de siglos sin ser plaza vieja. Es que el tiempo se ha puesto a descansar en sus rincones; unos rincones de suelo guijarroso salpicado de verdín. La Casa del Rey tiene en su interior un patio espacioso con techo de chapitel acristalado, y una galería circular con barandilla y finas columnas de hierro. A la galería dan unas puertas de mobila pulida y brillante: son las del salón de juntas y las del comedor. En el salón, que conserva su clásico decorado decimonono, hay una chimenea en el testero principal, y las mesas del comedor, amplias como de fonda vieja, esperan la charla de los viajeros e invitados entre el olor de guisos y aromas cálidos de vino. Los dormitorios se abren a lo largo de un pasillo de paredes estucadas, y las estancias con los fraileros cerrados conservan un aire somnoliento que se enrosca en los barrotes de hierro de sus camas, con pomos dorados en las cabeceras, o resbala sobre la pulida superficie de unas jofainas de loza en sus armazones de madera curvada. En los patios exteriores de la Casa del Rey, las paredes impolutas se vistan de cal blanca sobre la rugosidad de sus muros. Allí están las viejas cuadras, los almacenes y las cocheras, y unas jardineras de obra llenas de geranios componen un fresquedal en el rincón del pozo. Parece que los patios se llenan súbitamente de ruidos y gritos. Ahora. Es una algarabía de gentes, un ir y venir de todos dentro del patio acristalado. Se saludan y se abrazan. Otros se desperezan, tullidos por el traqueteo y, entre comentarios, se sacuden el polvo de las perneras. Pero todo es un sueño; los sillones de mimbre con tapetes bordados en sus respaldos, guardan su fría inmovilidad, y un aguamanil empotrado en el muro, bajo la imposta de sillería, está silencioso mientras su espejo refleja el vacío húmedo del patio.

El edificio sufrió daños importantes como consecuencia de la inundación producida por la rotura de la presa de Tous al alcanzar el agua en la planta baja una altura de unos dos metros, por lo que se procedió a su restauración conservando en lo posible las formas de su estado originario, cambiando el pavimento de la planta baja.

En su interior tenemos dos retablos religiosos, uno de ellos de finales del siglo XVIII, que está colocado en la pared de una de las dependencias de la mansión, que está destinada a sala de estar, y representa a San Juan Bautista.

El santo que aparece semidesnudo, con una piel de camello que apoyada en sus hombros cubre una parte de su pecho y la zona de la cintura, lleva pelo largo y barbado y cubriendo su cabeza con una aureola iluminada por un halo de luz que surge resplandeciente de entre nubes. En la mano izquierda porta un estandarte blanco con una cruz azul y el estandarte está rematado por una pequeña cruz. Junto a su pierna izquierda en posición de reposo un cordero pascual al que señala con su mano derecha. El santo está de pie sobre una pequeña elevación de rocas, cuya base mojan las aguas de un riachuelo. En la parte inferior, escrito en letras mayúsculas de gran tamaño de color negro sobre fondo blanco, está pintada la frase: S, JUAN BAUTISTA.

Está compuesto por seis azulejos de 20 x 20 cm. El panel está delimitado por una orla de rayas amarillas y naranja con pinceladas en color ocre. Para darle mayor realce en el lugar donde está colocado actualmente se le ha añadido una cenefa de hojas y flores compuesta por 20 ladrillos de 10 x 10 cm. y todo el conjunto, tanto el panel como la rocalla del exterior están contenidos por un gran marco de madera.

El otro retablo, que es de principios del siglo XIX tiene un mayor tamaño represente a San José que lleva aureola en la cabeza y túnica hasta los pies. En el brazo izquierdo sujeta a un niño Jesús y en la mano derecha lleva una vara florida de nardos. Está de pie y descalzo junto a un banco de carpintero con herramientas propias del oficio.

El resto del retablo es un paisaje en el que junto a un reguero serpenteante se ven varias palmeras, el color azul del cielo está pintado con la técnica de pistola. En la parte inferior y en letra cursiva sobre un fondo blanco, está escrito San José. La orla es de un solo trazo sin contornos. La composición la forman doce azulejos de 20 X 20 centímetros, en forma de 3X4.

  ANTIGUA CASA DE LA COMUNIDAD O DE JUNTAS

 Formando ángulo con la Casa de las Compuertas se encontraba la Casa de la Comunidad (de Regantes) o de Juntas con lindes a la alameda de chopos y al margen izquierdo del encauzamiento del azud para derivar las aguas del río a la Acequia Real del Júcar con lo que su muro lindante al sur tenía la cimentación dentro del cauce del río.

Se construyó como lugar para la celebración de las juntas los diputados de la Comunidad de Regantes concluyéndose su obra en el año 1832, al mismo tiempo que finalizó la reconstrucción del azud de fuerte solidez que había arrasado la riada de 1805 conocida como de Santa Gertrudis.

         


                             1900 Antigua casa de la Comunidad y casa de las Compuertas

 En el año 1834 se produjo otra fuerte inundación que destruyó el azud que se volvió a construir realizándose la obra en el breve plazo de 11 meses, ascendiendo su coste a 13 millones de reales y para dar salida al agua de posibles inundaciones se hicieron tres grandes aliviaderos, “portells” teniendo cada uno un ancho de 12 pies, estando el tercero dividido en dos por medio de un anillo. Finalizadas las obras del azud se colocaron dos placas conmemorativas en la Casa de las Compuertas, y se construyó, junto al nacimiento de la acequia, la Casa de la Comunidad o de Juntas,

Estaba aislada del casco urbano siendo, según consta en el Diccionario Geográfico, Estadístico e Histórico editado en Madrid en 1835, de figura cuadrada de 8 varas de alta y 42 pies de extensión en cada uno de sus lados. La planta baja era la vivienda del acequiero que ocupaba sus habitaciones, y en el piso alto hay dos espaciosas salas, una de ellas muy bien pintada y con varios adornos entre los cuales se nota un retrato de su Majestad Doña Isabel II, pintada el óleo. En el testero principal celebran sus juntas los diputados de los pueblos que componen la comunidad de regantes, a cuyas expensas se construyó este edificio, que tiene además una galería, en la pared de la parte sur desde la que se divisa, el río, el azud, la Casa de las Compuertas y una hermosa vista del paraje de campos de huerta, algunas plantadas de árboles, que dan al paisaje un constante color verde.

Descripción similar de la que él denomina casa de la Comuna o de juntas hace Pascual Madoz en su diccionario, que solo difiere de los datos del Diccionario Geográfico Estadístico e Histórico en la fecha de construcción, pues dice que se ve junto al nacimiento de la Acequia Real, fue construida exclusivamente para el objeto a que estaba destinada cuando se concluyó la obra principal del azud en 1835. Madoz la describe como que no es muy grande, pero de mucho gusto y de graciosa forma, según la moderna arquitectura,

 

La riada la destruyó

Este edificio fue arrasado por las aguas en la inundación de octubre de 1982, desapareciendo hasta sus cimientos y no se ha reconstruido.

 

 

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