Marina
Estarlich Martorell
Ramón Estarlich Candel
Cronistas
de Antella
CENTENARIO DEL NACIMIENTO DEL PINTOR FRANCISCO LOZANO
El año 2012 se cumpliò el centenario
del nacimiento del pintor antellano Francisco Lozano, y en esta comunicación
queremos dejar constancia de la vida y obra de éste artista que con su
habilidad y facultad natural para las artes plásticas pudo ascender dentro del
mundo de los grandes personajes artísticos, en la modalidad de pintura, hasta
ser reconocido mundialmente y estar considerado como el descubridor y
representante del paisaje mediterráneo, en sus cuadros de colorido vivo y luminoso.
El pintor Francisco Lozano Sanchis nació en Antella el 19 de septiembre de
1912, sus padres fueron Francisco (el tío Paco) y Teresa, que tuvieron otros
dos hijos, Tereseta y Eliseo. Francisco murió en la ciudad de Valencia el día
29 de mayo del año 2000, a
la edad de 87 años.
De pequeño se crió en un ambiente dentro del mundo
de la pintura, pues su padre, conocido como “el tío Paco, el pintor”, fue
pintor decorador de brocha gorda, si bien en aquella época era habitual que los
pintores de casas después de aplicar sobre las paredes y techos una capa de cal
en blanco o con otro tono de color, obtenido añadiendo colorante a la cal,
remataban su trabajo con cenefas o pinturas de paisajes y flores en algunas
paredes y en las bóvedas, en los revoltones o bovedillas (espacios que quedan
entre las vigas de madera) y frescos sobre el panel central de la chimenea del
hogar.
En la escuela primaria su maestro descubre en él
una fuerte afición por la pintura y convence a su padre para que al finalizar
sus estudios escolares, pase a la Escuela Superior de Bellas Artes de San Carlos de
Valencia para cursar estudios de pintura lo que sucedió en el año 1928.
Con el fin de ayudarse económicamente para pagar sus
estudios realiza diversos trabajos en la ciudad de Valencia, hasta que en el
año 1932 obtiene una beca en el Colegio Beato Juan de Ribera de Burjasot, lo
que le permite dedicarse plenamente al estudio de la pintura, su vocación. Finalizados los estudios de la beca
mencionada, consiguió otra beca pensionada por el Gobierno para la residencia
de Pintores de la Alhambra de Granada en el año 1933. Estas no fueron las
únicas becas, ya que en la primavera de 1952 cuando contaba con cierta fama y
su nombre ya era reconocido dentro del mundo del arte, casi en la plenitud de
su carrera profesional, fue pensionado por el Gobierno Francés en París.
Al terminar el servicio militar que realizó en Palma
de Mallorca regresa a Antella y el día 2 de abril de 1939, finalizada la
contienda civil española, cuando un capitán del ejército con varios soldados
nacionales se presentaron en la población para constituir las autoridades locales,
nombraron a un nuevo alcalde, y Francisco Lozano Sanchis fue designado para el
cargo de Jefe Local de Falange.
Empieza su época
de iniciación, en la que se dedica a pintar retratos de gente popular del
pueblo y especialmente de su entorno. Entre otros pinta el retrato de su padre,
de su madre, el de su hermana Tereseta y algunos cuadros de notable valía como La Casa de las Compuertas de la Acequia Real del
Júcar, que según él decía, es el primer cuadro al óleo que salió de sus
pinceles y no se tiene localizada otra
pintura de un paisaje de su primera etapa pictórica. Otro óleo es el
denominado El Borracho, que
representa a un labriego con un pañuelo en su cabeza y faja en la cintura que
está sentado en una silla, muestra un
color sonrojado en sus mejillas y sujeta en la diestra un porrón que contiene
vino. Quizá el más conocido para los antellanos es un Cristo Crucificado plasmando en
un cuadro religioso de grandes dimensiones, en tonos oscuros y lúgubres, que se
conserva en la Iglesia de la Purísima Concepción de Antella.
En los cuadros de su primera época predominan los
colores oscuros, tanto grises como negros, en contraposición a la futura
explosión de colorido que dio a los cuadros de paisajes mediterráneos.
Era un buen dibujante utilizando
también la tinta china que era un procedimiento muy usado en su época. Continuó
siendo pintor de mérito de grandes personajes, abandonando más tarde esta
especialidad decantándose por los temas del paisaje, especialmente el
mediterráneo, con sus dunas y arenales, llegando a ser un enamorado del mar y
estos temas reflejados en sus lienzos le valieron el estar considerado como el
gran maestro del paisaje perturbador del levante español. Fue un renovador del
paisaje tradicional inspirado en Sorolla logrando integrar una serie de
elementos que sintetiza una visión, como las barcas varadas símbolo de una
manera de vivir y entender la comunión con el mar y los perfiles lejanos de los
pueblos integrados en su entorno que sin embargo, no hacen que se pierda de
vista la realidad.
Gracias al mecenazgo del
Marqués de Lozoya consigue introducirse entre la alta aristocracia española en
Madrid, donde son muy apreciadas sus pinturas, y aunque su inclinación es por
los paisajes al ser un buen retratista se le encargan retratos de personajes,
como el de Ramón Menéndez Pidal. Otro de estos retratos fue el de Don Antonio
Mompó, quien luego fue su suegro. Eugenio D’Ors lo incorporó a sus famosos
Salones de los ONCE, que supuso su verdadera proyección nacional y su
definitiva consagración como recreador del paisaje mediterráneo.
En el año 1941 se casó con Antonia Mompó Donet con la que tuvo tres hijas, Mercedes, Antonia
y Teresa. Después de contraer matrimonio permanece durante tres años en Madrid
y en 1944 traslada su residencia a Valencia. Empieza a pintar paisajes de la
zona mediterránea en Altea, donde se aísla grandes temporadas, así como en
otras poblaciones de la zona, pues según el mismo decía, allí encontró la luz y
el color para sus cuadros. Se enamora de la belleza, de la luminosidad y del
colorido de aquella tierra y lo plasma en sus cuadros, Altea, barcas de Altea, Cala de Finestrat, Paisaje de Benidorm, Port de
la Vila Joiosa,
cuadros que decide conservar en su patrimonio familiar y que no quería
desprenderse nunca de ellos, pues lo consideraba como el inicio de su imparable
carrera artística. Otras obras suyas son Paisajes
de Náquera, Bétera, Cerros de Játiva, Montañas de Barcheta, Barcas del arrozal,
Arenal de Valencia, Lavanderas, Plaza de Ayora, El Saler, Dunas, Arenal con
carros, Flores cerca del mar, Paisajes de Antella, y otros muchos.
Tenía estudio en las localidades de
Bétera y Xátiva, aunque en realidad su verdadero estudio estaba tanto en el
campo como en la playa o en el mar, donde buscaba los modelos para inspirarse en la panorámica de los
paisajes y copiar los colores de la naturaleza. Pintó
las tierras altas buscando la nitidez de la luz y la coloración fascinante de
Valencia en la última franja antes de la montaña y el mundo de las dunas que
representan un milagro de la floración.
Fue un fecundo trabajador que dedicó
su vida a la pintura del paisaje valenciano, viendo recompensado su esfuerzo
que le llevó a alcanzar la cima de los más grandes artistas en el mundo
pictórico.
El 22 de julio de 1956 fue
nombrado hijo predilecto de Antella, en un acto académico que estuvo presidido
por los señores Olcina y Llosá Guijarro, subjefe e inspector provincial del
Movimiento Nacional, respectivamente. Además asistieron al mismo Don José María Bayarri en representación de
la Escuela de Bellas Artes de San Carlos, Don Javier Goerlich, presidente del
Circulo de Bellas Artes de Valencia, el que fue su maestro de escuela don
Miguel Jarque Cervera y el alcalde de Antella Joaquín García Ubeda. A
continuación se descubrió una lápida de mármol colocada en la fachada casa
natalicia.
En la lápida hay un busto del pintor en altorrelieve
y una inscripción que pone: “ En esta casa nació el día XIX de septiembre
del año de gracia MCMXII el pintor Francisco Lozano. Antella, julio MCMLVI”
. Seguidamente se procedió a descubrir otra lápida de granito que da nombre a
la calle que se le dedicaba, que tiene su principio en la misma casa natal del
pintor y finaliza en la última casa de la calle frente a la alameda y casa de
las compuertas de la Acequia
Real del Júcar.
También es hijo adoptivo de la ciudad de Valencia,
de la ciudad de Xátiva desde 1988 y de la población de Sumacárcel. Tiene rotuladas a su nombre calles en distintas
poblaciones y en ciudades como Benidorm se le dedicó una calle y una plazuela
en reconocimiento a la difusión que hizo de la localidad en los cuadros que
pintó inspirándose en esta ciudad y en su mar.
EXPOSICIONES, PREMIOS Y HONORES
A partir del año 1941, empieza una serie continuada
de exposiciones, individuales y colectivas, tanto en ciudades nacionales como
en otras ciudades importantes de todo el mundo.
De sus primeras exposiciones individuales entre los
años 1942 y 1956 señalaremos la que fue su primera exposición en el año 1942 en
la Galería de Arte Mateu en Valencia, a la que siguió en el mismo año la de la Galería Syra en
Barcelona; en Bilbao en la
Galería Arte en 1944; en 1946 en Madrid en la Galería Estilo que
le manifiesta al mundo del arte y le abre las puertas de otras muchas
exposiciones posteriores. En 1948 y 1949 vuelve a la Galería de Arte Mateu de
Valencia; en el año 1950 en el Ayuntamiento de Alicante. La Galería Biosca de
Madrid puso todo su empeño para hacerse cargo de todos los cuadros que pintaba
guardándolos para montar exposiciones en su sala, como así fue en los años 1951
y en 1953; y otras muchas que no
incluimos en este breve y resumido bosquejo biográfico.
Entre las exposiciones colectivas del mismo periodo,
están las de Valencia, (Bienal del Reino de Valencia, 1951 y 1953); Madrid
(Circulo de Bellas Artes en 1948 y 1949; exposición Nacional, 1948, 1950 y 1952 y en las antológicas de
1948-49 y 1951-52, así como en la bienal Hispanoamericana
de 1951 y en el decenio de Arte Moderno de 1940-50). La de Buenos Aires
(Arte Español, 1947) la de* El Cairo (Arte Español 1950). Venecia (Bienal 1950,
1952, 1954 y 1956). La Habana (Bienal Hispanoamericana, 1953). Alicante (Gran
Premio Nacional, 1953) Santiago de Chile (Arte español, exposición
internacional, 1953). Lima (Pintura Española Contemporánea, 1953). Alejandría,
(Arte Mediterráneo, 1955). París, (Arte
Libre, 1953). Londres, (Arte Convencional, 1956). Ginebra, (Antología Bienal
Hispano-Americana, 1956).
En las exposiciones individuales y colectivas
enumeradas, consiguió los premios siguientes: Segunda medalla en la exposición
de Bellas Artes, 1948. Primera medalla de la bienal del Reino de Valencia,
1951. Gran Premio Nacional “José Antonio Primo de Ribera” de la Diputación de
Alicante en 1951. Segunda medalla en la Exposición Nacional
de Bellas Artes, 1951. Primera medalla en la Exposición Nacional
de Bellas Artes, 1952. Gran premio de Uruguay en la III Bienal Hispanoamérica
de Arte, 1955. Premio Nacional de Salamanca en el centenario nacional de Bellas
Artes, 1957. Catedrático de preparar colorido en la Escuela Superior
de Bellas Artes, y tantos y tantos premios y medallas de la que quiere destacar
la Medalla de Oro de las Bellas Artes que recibió en el año 1993 de manos de su
Majestad el Rey Juan Carlos I.
En
el año 1955 es nombrado Académico de la Real Academia de
Bellas Artes de San Carlos de Valencia desde donde capitaneó la defensa del
Patrimonio Artístico Provincial y ejerció como catedrático de colorido de la Escuela Superior
de Bellas Artes de San Carlos de Valencia. Entre sus alumnos destacan grandes
artistas de nuestro tiempo como Manuel Boix, Artur Heras, Jordi Teixidor o
Miquel Navarro.
Unos
años más tarde, en 1970 se le nombra Consejero Provincial de Bellas Artes y
vocal del Patronato del Museo de Arte Contemporáneo Príncipe de Asturias. En
1976 Académico de la
Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en Madrid,
pronunciando en 1978 su discurso de ingreso titulado “Orden y claridad en un paisaje
llamado Mediterráneo”, siendo contestado por Don Fernando Checa Goitia,
arquitecto responsable de la obra de la Catedral de la Almudena y Cronista Oficial
de Madrid.
Los
honores, nombramiento y distinciones de las más importantes Instituciones se
vuelcan en su persona, obteniendo en 1984 la Medalla de Oro de la Facultad de
Bellas Artes de Valencia y en 1985 es nombrado Académico de Honor de la Real Academia de
Bellas Artes de San Carlos y miembro del Consejo Valenciano de Cultura desde
donde aconsejó en cuestiones importantes sobre el museo del Instituto
Valenciano de Arte Moderno, IVAM.
Un
año después, en el 1987, se le concede la Medalla de Oro en las Bellas Artes de
la Real Academia
de Bellas Artes de San Carlos y ese mismo año es designado Académico de la Real Academia de
Cultura Valenciana. Al año siguiente, 1988, la Universidad Politécnica
de Valencia le distinguió con el título de Doctor Honoris Causa, y la última
distinción que se le concedió fue la medalla de Académico de Honor concedida
por la Real Academia
de Bellas Artes de San Carlos de Valencia en febrero del 2000, que la recogió
en su representación su hija Mercedes pues él ya no lo pudo hacer por
encontrarse convaleciente de una enfermedad que había deteriorado mucho su
salud.
Falleció
en la noche del día 29 de Mayo de 2000 a
la edad de 87 años siendo enterrado en el panteón familiar que poseía en
Bétera, en una ceremonia de la más estricta intimidad familiar. La misa del
sepelio fue oficiada por Rafael Sanús, obispo auxiliar de Valencia que fue
quien le daba la comunión cada viernes en su domicilio durante todo el periodo
de su larga enfermedad.
Tras
su fallecimiento el Ayuntamiento de Valencia inició una serie de propuestas
para realzar su figura y su obra pictórica. La primera de ellas fue denominar
el paseo que se estaba construyendo en el Saler con el nombre de Paseo del Maestro Francisco Lozano (Pintor).
Está denominación se realizó en reconocimiento
a la difusión que del paisaje del Saler hiciera en su obra. Para ello se
cambió el nombre de una pequeña calle que estaba rotulada con su nombre en la
ciudad con el fin de sustituirla por el Paseo del Saler.
Francisco Lozano
empleó todas las técnicas pictóricas, empezando por el simple dibujo y pasando
a otros métodos que reflejan la expresión plástica con el lápiz, la plumilla y
el pincel. A partir de 1940 se dedica al paisaje marítimo valenciano con un
tratamiento específico y peculiar. Su producción artística fue muy prolifera,
pues pintó más de mil cuadros que se encuentran repartidos entre numerosas colecciones
particulares y organismos culturales españoles y extranjeros.
Lozano regaló a la ciudad de Madrid, en el año 1980
al regresar de una larga estancia en Sudamérica una colección de 44 obras
integrada por dibujos a lápiz, dibujos a carbón, acuarelas, tintas y óleos que
fue destinada al Museo Municipal de dicha ciudad.
Obra suya puede contemplarse en importantes
pinacotecas y museos tanto en España como en el extranjero, podemos citar como
ejemplos el Museo de Arte Contemporáneo de Madrid; Museo Provincial de Bellas
Artes; el Municipal de Valencia; Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM);
Museo Provincial de Bilbao y de Alicante; En el palacio de la Zarzuela; en
Villafamés; Alicante; Salamanca entre otros. En el extranjero en Nueva York;
San Luís; Los Angeles; San Diego; Roma; París; Bruselas; Lisboa; Buenos Aires;
Montevideo; Caracas; México; El Cairo; Venecia; Santiago de Chile; Lima; La
Habana; Alejandría; Beirut; Damasco; Bagdad; Amman; Jerusalén; Ankara; Estambul;
Atenas; Londres; Ginebra y otras muchas ciudades en todo el mundo.
En Antella se conservan obras
del inicio de su carrera, alguna de la etapa media y otras de su plenitud como
pintor. Algunas de estas obras son poco conocidas, por estar en manos de
personas dentro de su ámbito familiar, de entidades locales o de particulares,
y pocas de ellas han formado parte de sus exposiciones, por lo que hacemos
seguidamente una relación detallada de las mismas.
·
Óleo sobre lienzo de 0,90 x 0,55 titulado Casa de las Compuertas”, primer cuadro
que pintó durante su formación académica estando de vacaciones en Antella. Se trata de un paisaje en el que refleja con
un colorido brillante y armonioso el nacimiento del canal de riego llamado
Acequia Real del Júcar, dando una mayor importancia al color de la espuma
provocada por la fuerte corriente de la salida del agua de las compuertas, al
color del cielo y del entorno, pero intuyéndose ya su inclinación por la
naturaleza representada en el verde de la hierba de la ribera de la acequia
entrecortada por el colorido de las flores, especialmente las amapolas.
·
Óleo sobre lienzo de 0,60 x 0,50 m, retrato de su padre,
Paco (el pintor). Pintura de su juventud.
·
Óleo sobre lienzo de 0,60 x 0,50 m, retrato de su madre,
la Tía Tereseta. Pintado
también en su época juvenil
·
Óleo sobre lienzo de
“Cristo Crucificado”, inspirado en
Velázquez. Fue este uno de sus primeros cuadros, de su etapa de aprendizaje,
cuando tal vez tendría unos 18 años, en el que se aprecian pinceladas con trazo
sencillo sin resalto ni retoque de las facciones del cuerpo, existe una gran
desproporción entre las extremidades, brazos y piernas y falta de detalles en
sus pies y manos. Esta pintura que mide dos metros treinta centímetros de alto
y un metro con cuarenta centímetros de ancho estaba sin datar y Lozano en uno
de sus viajes a Antella puso como fecha la del año 1960.
·
Óleo sobre lienzo titulada Paisaje de Náquera, que mide 1,30 x 0, 98 m regalada por el pintor a
la villa de Antella en el año 1956. Se trata de un paisaje realizado en su
etapa media de cambio de estilo, y anterior a sus expresivas y luminosas
realizaciones mediterráneas, pero lleno de colorido vigoroso que encaja por completo
en su etapa de plenitud artística.
·
Óleo sobre lienzo titulado Paisaje de Llosa de Ranes, al cuyas medidas son de 1 x 0,70 m
·
Óleo sobre lienzo de otro paisaje titulado Dunas, que mide 0,80 x 0,60 en el que
pinta una zona baja de amapolas con un cielo seminublado y un ligero esbozo del
azul del mar Mediterráneo.
·
Boceto original para estampas de la primera comunión
de un hijo de su hermano Eliseo, con el cáliz, espigas de trigo y un racimo de
uvas.
·
Litografía numerada de un cuadro de Lozano sobre un
tema de paisaje mediterráneo. Colección de 5 láminas de medidas 0,67 x 0,50 m
·
Litografía numerada de un cuadro de Lozano sobre un
tema de paisaje mediterráneo Colección de 5 láminas de medidas 0,67 x 0,50 m
·
Litografía numerada de un cuadro de Lozano sobre un
tema de paisaje mediterráneo. Colección de 5 láminas de medidas 0,67 x 0,50 m.
·
Litografía numerada de un cuadro de Lozano, sobre un
tema de paisaje mediterráneo. Colección de 5 láminas de medidas 0,67 x 0,50 m
·
Litografía numerada de un cuadro de Lozano sobre un
tema de paisaje mediterráneo. Colección de 5 láminas de medidas 0,67 x 0,50 m
Con algunas de estas obras y otras más aportadas por él se montó en el
año 1985 en el salón de plenos del Ayuntamiento una exposición antológica bajo
el título “Lozano i el seu poble”
ASI PENSABA EL ARTISTA:
Decía Lozano que el paisaje mediterráneo
contemporáneo como habilidad termina en una fórmula, aquello tan importante que
es el color para hacer posible la pintura, así como que el tema del cuadro no
interesa ya que hay que ver una razón óptica y no fotográfica, observando,
profundizando e interpretando las motivaciones.
La explosión de color en Levante es tan rotunda que,
en cierto modo, es luz de manicomio.
El arte contemporáneo, explicaba Lozano, tiene el
drama y el mito. Evidentemente para estar cerca de los esquemas se precisa un
mundo de sensaciones de lo contrario solo quedan los recursos habilidosos. Hay
muchas maneras de no hacer pintura, una de ellas es la habilidad. El
paisaje, o responde a una realidad perturbadora o entra dentro de la
simulación.
El paisaje no es solo lo que tienes delante; es
delante, detrás, arriba, el cosmos; hay que ordenar ese mundo para que su
esencia nos dé la realidad de una geografía. Esta pintura será la que produce
un impacto de meditación nunca invitará a reír sino a pensar.
Todos los elementos son como pantallas luminosas que
enmascaran la verdadera esencia del paisaje. Es un problema de claridad un
problema de orden mental. Mucho más que un desmelenamiento “fauve” que
mineraliza este paisaje cuya esencia es la luz pero más que la luz, la gran
claridad.
Busco el Levante como es. “Yo creo que son las
tierras más viejas; por aquí entró la cultura. En el Saler todavía hay zonas con cargas
milenarias; las dunas son un paraíso virginal”.
También
decía que un cuadro tenía vida propia y había que arrancársela a la realidad. Que la luz
está bajo tierra y había que sacarla desde dentro de ella. Que lo que más le
gustaba era pintar el mediterráneo, y que él necesitaba la luz monocromática
que representa el Mediterráneo. No le gustaba pintar retratos, prefería la
libertad total y absoluta de vivir libre como un pájaro.
Con
respecto al Mediterráneo decía que: “me parece el paisaje más viejo de la Creación. Nuestro Saler,
clínicamente es una maravilla, desaparecen y vuelven a aparecer las
floraciones, el amarillo, la luz…, y esa África mar por medio, que eso es un
encanto. Esta es la gran preocupación mía desde hace muchos años, desde que
inicié mis actividades. Visualmente, el Mediterráneo es muy peligroso, tienes
que tener una gran cautela, porque la escenografía te invade y entonces la
esencialización desaparece. Hay que tener mucho cuidado, es un paisaje
realmente…, casi me atrevería a decir que es un paisaje intelectual, en el
sentido metafísico, es un ordenamiento mental. Entonces yo tuve y sigo teniendo
esta preocupación frente a esta hermosura visual que representa todo el
Mediterráneo. El ser el paisaje más viejo de la Creación le da un encanto,
cruzada por tantas culturas, que eso es una maravilla. Yo me paso las mañanas
enteras viendo vegetales y viendo arenales. Es derramamiento. Esta es la gran
preocupación plástica mía, y en eso estoy, intentando poner orden y rigor a un
paisaje muy maltratado en el orden visual. El Mediterráneo es una solución
dramática, profunda, entrañable, llena de claridad y eso es lo que hay que
hacer en pintura, esa ha sido mi preocupación”.
Era
una persona tan enamorada del Mediterráneo que se pasaba largas horas
contemplándolo y percibiendo sus cambios de modalidad de colores. En una de
esas ocasiones que estaba ensimismado con la mirada puesta en el horizonte, en
la línea donde se junta el mar con el firmamento, en Altea, en el chiringuito
de la playa conocido con el nombre del Crac,
(cangrejo), su propietario le preguntó que estaba observando con tanta
atención, y el pintor Lozano le contestó: “estoy esperando ver aparecer por el
horizonte a Ulises”.
ALGUNAS
OPINIONES SOBRE LOZANO
De
él dijo Rodrigo Rubio “Francisco Lozano con apasionada actitud ha buscado su
paisaje, se ha centrado, aprehendiéndolo, sobre ese paisaje, y ha querido hacer
suya y de forma personal, la luz, la palpitación y el aliento atmosférico y así
el Levante de Francisco Lozano es un Levante teorizado y poetizado por él...”
El
poeta granadino Luis Rosales decía en el prólogo del libro “Francisco Lozano”,
de María Estellés Contreras, las siguientes palabras. Lozano es un gran pintor,
además es un pintor que habla muy bien. Es tan preciso hablando que siempre
dice lo que quiere; es más siempre completa lo que tú estás pensando. Recuerdo
una frase suya que decía: La pintura nos
conduce por senderos del alma que apenas descubiertos no es posible volver a
pisarlos. Sobre el punto de su facilidad oratoria se decía de él que sus
pocas conferencias ofrecidas en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Carlos
eran conferencias con sabiduría pensada a caballo de temas artísticos y la
calidad jugosa de sus escaramuzas literarias que valdría la pena que
aumentaran.
Pedro
Laín Entralgo decía: “Francisco Lozano pintor que egregiamente ha sabido
reemplazar su misión y ejercitar su oficio revelándonos de manera inédita –
melancolía, drama – la realidad y la belleza de un pedazo de España, con su
gran obra pictórica”.
Para
el pintor Michavila el paisaje de Lozano desde la ribera azul y ocre hasta las
abrasadas colinas de Alicante, lo hemos asumido como lo que es esencialmente:
una genial, directa y medular teoría de la naturaleza mediterránea, de la cual
el pintor, sin dejarse deslumbrar por la soberana luz y más allá del falso
tópico del Levante Feliz ha querido y ha sabido desvelar el subyacente drama de
nuestro paisaje.
La escritora Fernanda Zabala afirma que Lozano es “un místico de
la pintura, un lector del paisaje que interioriza y reinventa desde la pasión
del impulso creativo, impregnando la sensualidad y sometido después a un
proceso intelectual depurador de banalidad estética, capaz de generar
alternativas sugerentes y personalísimas que cumplen con holgura la función
comunicadora del arte, la que aporta valores irrepetibles e intrínsecos a
propuestas universales”
Para
el poeta Francisco Brines, Lozano pintaba a menudo una Valencia con sol pero
nublada. Esa Valencia sorprende a muchos, pero esa Valencia existe. El mar era
en su pintura un acompañante lejano de la costa. Lo que protagonizaba sus cuadros era la
vegetación primitiva y la presencia de una mirada esencial sobre un lugar
determinado.
El
profesor y crítico de arte Ramón de la Calle resume la figura del artista con el comentario de que en los años 40
dominó la ordenación del color. En los 50 la variabilidad gestual. En los 60 el
gesto y el color hablan en nombre de un expresionismo sensorial. Al llegar a
los 70 hay una radicalización subjetiva: signo y color ya no pertenecen a la
descripción del paisaje, sino a su mundo conceptual. Son casi ideogramas de sus
vivencias. Y al llegar a los 80, la morfología y la sintaxis del gesto llega a
su punto álgido: el gesto es al cuadrado como la escritura al pensamiento.
En
una entrevista que el Diario Las Provincias hizo al pintor Lozano en el otoño
de 1995 confesaba: “Yo quiero plasmar lo que veo todos los días, pero trascendiéndolo,
dándole un significado universal, huyendo del valor local”; al tiempo que
insistía en que en la vida “hay que
estar siempre con la actitud del aprendiz”
Un
acontecimiento como el del centenario del nacimiento del pintor Lozano no podía
dejar de celebrarse con una magna exposición de su obra y el Consorcio de
Museos de la
Comunidad Valenciana ha organizado en el Centro del Carmen
una exposición retrospectiva del artista titulada “Francisco Lozano. La mirada
creadora”, donde pueden contemplarse más de 60 de sus cuadros procedentes de
colecciones privadas y de 15 instituciones nacionales.
La
muestra expuesta en un orden cronológico, comienza con una serie de retratos,
que pintó en sus principios como retratista, y las figuras humanas se van
cambiando por un paisaje cada vez más sintético y abstracto como son las dunas
de nuestras costas mediterráneas.
La
exposición se complementa con fotografías, cartas y documentos de su ámbito
privado y familiar y como broche editorial, el Ayuntamiento de Valencia publicará,
dentro del año Lozano, un libro sobre el pintor antellano Francisco Lozano.
BIBLIOGRAFIA:
· Caññe,
Román de la. Francisco Lozano: El paisaje como síntesis. Altea: Aitana,
1993. 81 p. ISBN: 8486156238
·
ESTELLÉS CONTRERAS, Mara. Francisco Lozano. Valencia
: Vicent Garcia, 1987. 300p. ISBN: 84-85094-66-Z
·
Francisco Lozano : maestro del paisaje
mediterráneo, Francisco Agramunt Lacruz, ed. Valencia : Universidad
Politécnica de Valencia, 1995. 342 p. ISBN: 8477213127
·
Lozano : La invención de un paisaje :
IVAM Centre Julio González, 27 abril-20 junio 1993 : [exposición]. Valencia :
IVAM, D.L. 1993.163 p. ISBN: 84-482-0161-2
·
Libro del Cronista de Antella, anotaciones
por el cronista de la
villa Ramón Estarlich Candel. Antella: [s.n.]. pag. var.
·
Diario Las Provincias, 21 de mayo de 1971
·
Diario Las Provincias, 7 de mayo de 1995
·
Diario Las Provincias, 30 de octubre de 1995
·
Diario Las Provincias, 2 de febrero de 1997
·
Diario Las Provincias, 12 de febrero de 2000
·
Diario Las Provincias, 16 de febrero de 2000
·
Diario Las Provincias, 31 de mayo de 2000
·
Diario Levante, 16 de marzo de 1975
·
Diario Levante del 28 de junio de 1987
·
Diario Levante, abril 1993.
·
Diario Levante, 29 de octubre de 1995
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